jueves, 1 de marzo de 2012

Pan y circo de moda

-“...Interrumpimos la transmisión de su programa ‘Así es la vida con Lucrecia’ para presentar a ustedes una comunicación directa con nuestro corresponsal, que se encuentra en el enésimo juzgado adscrito al Reclusorio Oriente, cubriendo la presentación ante la autoridad de Facundo Riquelme, editor y director del diario “Avenida”, a quien el juez de distrito dictó orden de aprensión por el delito de trata de personas, en su modalidad de publicación de anuncios impresos que promueven la prostitución...”

La aparición en pantalla a esa hora de Carlos Llorente, el conocido presentador del noticiero nocturno, provocó enseguida las quejas del animado grupo que en la destartalada sala de palitos de “el Chido”, en la gloriosa Neza-York, compartía una garrafa del dudoso fermentado que producía don Chon, el de la tiendita de la esquina, que nomás de verlos llegar les fió dos litros para que no le robaran la venta del día.

El reportero empezó diciendo que, según el último informe, un grupo de la perjudicial federal al mando del comandante García había acudido a ejecutar la orden a las oficinas del diario, donde se presumía que se encontraba oculto el presunto indiciado, quien había asegurado unas horas antes que se presentaría al día siguiente, por su propio pie y debidamente amparado, a declarar ante el ministerio público por los delitos que se le imputaban.

Mientras tanto, las protestas de los reunidos subían de tono, expresando serias dudas sobre la familia y honorabilidad del reportero, el locutor, la empresa televisiva, y hasta del Chido, cuando otro pelafustán a quien apodaban “el Pelos” le apuntó con su mugroso dedo, gritándole amenazante mientras los demás le festejaban ruidosamente la gracia:

-¡Órale, piiiii... Chido!  ¡Nos invitas a ver a la mamazota de la ‘Lucre’, y dejas que este piiii... salga con sus piiii... noticias!  Que al cabo que a mi me piiiiii piiiii piiiii...

-¿Ya oyeron? -interrumpió el Chido, más para quitarse las mentadas que por otra cosa-  ¡Ese güey, quesque tiene tugurios donde padrotea a un piiii... de chavitas!

Eso fue suficiente para que la plática del grupo se desviara nuevamente hacia la pantalla, dejándose escuchar comentarios cada vez más ocurrentes sobre esa información noticiosa.

Cuando terminó el corte, se reanudó la transmisión donde la conductora importada, en medio de las porras del público hábilmente dirigidas por animadores profesionales, ventilaba el asunto de una gorda que a llanto pelón acusaba a su marido de ponerle los cuernos con la vecina, mientras éste se defendía diciendo que eran puros celos de la vieja, hasta que acabaron agarrándose a manotazos en red nacional. 

Cuando el libelo se acabó, siguieron con otros edificantes programas como “Balconeando a los famosos” y esa nueva telenovela “A calzón quitado”, que trata de las penurias de una muchachona y su amigo gay; para terminar con el folletín nocturno “Cámara roja”, todo salpicado con ingeniosos dichos y alegres risotadas.  Todos los asistentes se divirtieron de lo lindo.  Todos menos el Pelos, al que no le gustó nada el cortón que le dieron.

Ya entrada la noche, un coro de sirenas se oyó por toda la colonia.  Abriéndose paso a empujones por entre la masa de curiosos, dos arbitrarios individuos trataban de acercarse al lugar donde los paramédicos daban los primeros auxilios al Chido, que yacía navajeado en medio de un charco de sangre y lodo.  En el momento justo en que un socorrista iba a insertar la aguja del suero en una esquiva vena, fue deslumbrado por la cegadora luz de un potente faro, mientras una chillona voz gritaba:

-Aquí desde las calles de Ciudad Nezahualcóyotl, estamos reportando en vivo para su programa “Cámara Roja”...

domingo, 26 de febrero de 2012

Renuncia Inducida

-¿Qué fue lo que sucedió, Licenciado... García?-, preguntó Carlos Llorente, el educado y bien vestido presentador del afamado noticiario nocturno, dirigiendo una coqueta sonrisa a la cámara que le enfocaba.
El funcionario respondió con cautela, bizqueando detrás de los gruesos cristales de sus anticuados anteojos:
-Pues verá usted: cuando los manifestantes iban por la Avenida Central, más o menos a la altura del Parque del Libertador, un grupo de vándalos que venía mezclado entre las gentes del sindicato comenzó a agredir a las fuerzas del orden, que por instrucciones del Secretario se habían apostado a ambos lados de la rúa, obviamente con la finalidad de proteger a la gran cantidad de comercios que rodean el lugar de los desmanes que nunca faltan en este tipo de eventos...
-Sí, si.  –interrumpió con un ligero tono de hastío el afamado conductor.  –Eso ya lo sabemos.  Lo que nos interesa es lo que sucedió después, cuando alguien dio la orden de “repeler la agresión”.
García respondió un tanto dubitativo:
-Lo que pasó fue que, al verse bajo una lluvia de piedras, botellas y otros objetos, los uniformados se vieron obligados a cargar contra los manifestantes, logrando la detención de varios de los más furiosos atacantes…
-Según dicen varios testigos-, interrumpió de nuevo el conductor- los manifestantes iban desarmados y sólo se habían limitado a gritar consignas, y quizá hasta algunas mentadas, pero no habían lanzado objetos a los policías.
-No es así, Don Carlos.  Tenemos grabaciones de video donde se ve claramente que gente ajena que iba mezclada entre los maestros empezó a lanzar lo que tenía a la mano.
-El hecho es que los servicios de salud reportaron a varias personas golpeadas, entre ellos una maestra y un compañero camarógrafo que cubría el evento.  Todos ellos tenían huellas de golpes con macanas y otros objetos contundentes.  ¿Qué puede decir al respecto?
-Pues sí, desafortunadamente no había otra forma de controlar el asunto más que con el uso de la fuerza.  Pero no todos estaban lesionados por macanas, señor.  Por ejemplo su camarógrafo, que fue descalabrado de una pedrada.
Una irónica sonrisa apareció en el rostro del periodista cuando dijo:
-Él asegura que fue golpeado por un oficial que pretendía evitar que filmara la cobarde agresión de los granaderos.  De hecho, entiendo que se levantará una denuncia formal ante la autoridad competente.
-Yo le recomendaría que no lo hiciera, señor.  Precisamente fue su cámara la que filmó al individuo que le arrojó la piedra que lo lastimó. 
Repentinamente serio, Llorente respondió:
-Acabamos de pasar todo el material que tenemos, y cualquiera puede constatar que no aparece ninguna escena como la que usted refiere.
-Es cierto, en las tomas que sacaron ahorita no está incluida esa. Pero ustedes mismos lo pasaron al aire en el noticiario de la tarde.
-¿Acaso me está usted diciendo mentiroso, licenciado?
-De ninguna manera, Don Carlos.  Solamente estoy mencionando un hecho.  En mi oficina dispongo de una grabación de ese noticiario, y nuestros peritos están evaluándola.
-Como quiera que sea, aquí tenemos un caso flagrante de brutalidad policiaca, atacando a un grupo de ciudadanos indefensos que ejercían su derecho a manifestarse.  Y la opinión pública está exigiendo que se tomen medidas para castigar a los responsables.  ¿Qué me puede decir al respecto?
-Que se está haciendo una minuciosa investigación de los hechos.  Los detenidos están declarando ante la autoridad competente, y ésta tendrá que determinar las sanciones correspondientes.
El tono de disgusto del periodista fue evidente cuando dijo:
-Yo me refiero a las sanciones que se deben aplicar a quienes ordenaron el ataque.  Todos sabemos que la autoridad va a tratar de fabricar culpables para evadir su responsabilidad en este turbio asunto.
Rebuscando entre sus cosas, el funcionario sacó un estuche de CD, y se lo alargó a Llorente diciendo:
-Precisamente para deslindar la responsabilidad oficial, el Comandante de los granaderos ordenó que se filmara todo el evento.  Si es usted tan amable de pasar este material al aire, usted y su auditorio podrán constatar que la fuerza pública hizo su trabajo sin excederse en el uso de la fuerza.  La policía solamente trató de salvaguardar la integridad y los derechos de los ciudadanos ajenos al conflicto, como es su obligación.
-Nosotros tenemos material suficiente para formarnos un juicio al respecto-, respondió Llorente sin recibir el compacto.
-Entonces, con todo respeto le pido que lo muestren en su totalidad, sin cortes ni ediciones, para que el público pueda valorar los hechos.
-Primero me llamó mentiroso, y ahora me acusa de manipular la opinión pública.  ¿Acaso pretende encubrir a los responsables?
-Claro que no, Don Carlos.  Yo estoy tan interesado como usted en que se aclare este asunto.
-Por cierto, usted tiene una responsabilidad como Sub-Procurador al permitir que un mando inferior tome decisiones de esa magnitud, ¿no lo cree?
-Definitivamente no, don Carlos.  Esos mandos no dependen de mí, y además esas decisiones se toman a otro nivel de gobierno.
-O sea, que usted niega cualquier responsabilidad.
-Por supuesto.  Como que yo no di la orden.
-¡Pero permitió que se diera!-, aseguró Llorente en tono triunfal.  Y apresurándose para atajar cualquier intento de réplica del funcionario, continuó: -Ahí tienen, estimado auditorio, otro ejemplo de la irresponsabilidad de este Gobierno.  Vamos a un corte comercial...

El estruendoso anuncio de otro inútil medicamento para controlar quién sabe cuántas enfermedades, fue opacado por los apasionados comentarios del Director Administrativo de la Procuraduría y del Comandante de los GOE’s.  Ambos festejaban la valiente actitud de su colega, que no se dejó amilanar por el tortuoso entrevistador, quien por todos los medios trató de hacer quedar mal a la dependencia.  En eso sonó el teléfono del Procurador, que con gesto adusto les pidió silencio antes de tomar la llamada.
-¿Bueno?  Si... si, Martita.  Pásemelo.   ¿Diga?  Si, señor. Soy yo...  Si, sí lo vimos.  ...Claro...  Ya veo...  Si, Señor.  Así lo haremos.  ...Adiós.
Ante la cara de pocos amigos de su jefe, el Director preguntó:
-¿Qué pasó, Licenciado?
-¡Lo que me temía!-, estalló el Procurador.  -Ese idiota de García.  ¡Le dije claramente que les diera por su lado, no que enfrentara al tal Llorente!  Y ahora ya se ganó su premio...  ¡Va a tener que renunciar!

sábado, 28 de enero de 2012

Visita de Inspección

El sudoroso y grasiento visitante le alargó una desgastada credencial mientras se presentaba apresuradamente:
-Soy inspector de la Delegación del Trabajo y Previsión Social, doctora.  Le traigo un oficio para practicar una diligencia de inspección en su consultorio.
Intimidada por la pinta oficial del tipo, la guapa dentista lo hizo pasar a una simpática salita con mullidos sillones y una mesa central llena de manoseadas revistas médicas, y alguna que otra de espectáculos.
-Siéntese un momento por favor, señor inspector.  Déjeme terminar con el paciente que estoy atendiendo-, y dirigiéndose a su asistente le dijo: -Martita, por favor ofrécele un café al señor.
Mientras abría la puerta del consultorio, la doctora Eva Millán no pudo evitar una punzada de preocupación al ver que el desagradable individuo se desplomaba en un sillón.  Llevaba ya tres años atendiendo en el moderno consultorio que, gracias a sus modestos ahorros y un usurario préstamo bancario, había acondicionado en lo que antes era un descuidado jardincito en el frente de la casa de sus papás.  Asentada en una colonia de gente acomodada, rápidamente se aclientó entre los vecinos, al principio por su rostro angelical y su escultural figura, pero después por su trato amable y su habilidad para ejercer la profesión con el mínimo de sufrimiento de sus pacientes.
Pero el último mes le había resultado fatal: primero le llegó el recibo de la luz con un cobro altísimo, a costa de su reclasificación como “comercio en zona residencial” según le informó una despótica empleada en las oficinas de la Comisión.  Luego, recibió una notificación de la Administración de Rentas, en la que se le imponía un pago adicional a su licencia de funcionamiento con el pretexto del “cambio de uso de suelo”.  Después vino la malencarada licenciada del Seguro Social, empeñada en afirmar que se venía arrastrando un adeudo con la institución por el finiquito de la obra civil del consultorio, y que con las multas, recargos y demás adornos, redondeaba un monto superior al valor del chevy nuevecito que por fin había podido comprar.  Y ahora este tipo que venía de… ¿adónde diablos dijo?
El brinco que pegó su paciente en el sillón de los tormentos, seguido del borbotón de sangre en el sitio donde su fresa impactó la encía, le recordaron que ese no era el mejor momento para sus cavilaciones, así que hizo un esfuerzo para apartar de su mente tan tristes pensamientos y concentrarse en su trabajo.
Cuando por fin la caverna que lucía la cariada muela quedó debidamente obturada y resanada, y después de darle las últimas recomendaciones de higiene bucal, despachó a su paciente con una amistosa sonrisa y se dispuso a enfrentarse al nuevo problema.
-Dígame en qué puedo servirle, señor…
-Serafín, doctora.  Ingeniero Jesús Serafín, a sus órdenes-, precisó el aludido levantándose pesadamente y alargándole a Eva un papel con sello oficial, que por su impecable aspecto parecía haber sido impreso en el cyber-café de la esquina.  –Como le decía antes, vengo a practicar una inspección sobre condiciones de trabajo en su consultorio.
-Pero yo no tengo trabajadores, Ingeniero.
Disculpe, doctora.  Pero aquí cualquiera puede ver que Martita es su secretaria.
-¡Oh!  Ella no es mi secretaria, señor.  Es una pasante que está haciendo sus prácticas profesionales
-Pero usted le paga un sueldo.
-No ingeniero, nada más le doy una ayuda para sus pasajes.
-Eso puede interpretarse como un sueldo.  ¿Cuánto tiempo está ella en el consultorio?
-Lo que le permiten sus clases.  Tiene que cumplir un mínimo de horas que le exige la Universidad.
-Ella dice que trabaja aquí más o menos de las doce a las siete.
-A veces, pero no siempre, cuando no hay pacientes se va.
-Lo siento, doctora.  Pero esto tiene todas las características de una relación de trabajo.  Por lo tanto, es procedente efectuar la inspección.  ¿Por casualidad tendrá usted los recibos del dinero que le paga?
-No.  Nunca he creído necesario hacerlos.
-¿Contrato de trabajo?  ¿Alta en el IMSS e Infonavit?  ¿Comprobantes de pago de aguinaldo, prima vacacional y reparto de utilidades?
-No, ingeniero-, respondió Eva levantando la voz. -Ya le dije que Martita no es empleada sino practicante.
-Pero no se enoje, doctora.  Yo sólo estoy haciendo mi trabajo-, dijo el tipo en tono conciliador, e insistió: -¿Reglamento interior, actas de comisiones mixtas?  ¿Nada?
-No-, respondió ella tratando de tragarse el coraje.
-Bueno, ni modo.  Empecemos entonces con el recorrido de las instalaciones.
Muy a su pesar, Eva tuvo que acompañar a Serafín oyendo cada vez más asombrada los absurdos comentarios del inspector:
-…Tiene un compresor y un esterilizador, infringe norma 020 de recipientes a presión y 004 protección de maquinaria… el estante de químicos está desordenado y no tiene bitácoras, normas 005 de manejo de químicos peligrosos y 006 de almacenamiento…  ¿éste es el aparato de rayos X? norma 012… tiene fresadora de aire y agua, normas 011 por el ruido y 024 por las vibraciones, mas la 026 de fluidos en tuberías… norma 025 por la luz tan intensa de esta lámpara… tiene botiquín, extinguidor, letreros de seguridad y cubrebocas, puntos buenos para usted… oiga, ¿qué hace con el material usado?
-Lo tiro-, respondió Eva a punto del colapso.
-Malo, infringe norma 010 y 013 de contaminantes y residuos peligrosos… el baño no tiene casilleros ni regadera, ¿de casualidad tiene la bitácora de uso de los sanitarios por el personal?
-¡¿Qué?!-, gritó ella escandalizada.
-No, parece que no.  Lo lamento doctora, pero encuentro que su consultorio no cumple con la normatividad, y le van a aplicar una sanción muy severa, quizá hasta la clausura definitiva del local.
Atemorizada por las amenazantes palabras de Serafín, la dentista preguntó:
-¿Qué se puede hacer para arreglarlo?
-Mmm... no sé-, respondió el inspector.  -Quizá si cumpliera con la norma 990...
-¿La norma 990?  ¿Cuál es esa?
-Es la norma no oficial NOM-990-STPS-2012, que dice que los representantes de la empresa visitada tienen que pagar los viáticos del inspector de la Secretaría.  ¿Qué le parece si vamos a comer a ese nuevo restaurante que abrieron en la avenida?